Graciliano Ramos, habitante y narrador del nordeste brasileño

Las palabras de la tierra yerma

 

Nota publicada en el Diario Clarín

 

Por Agustina Roca

 

 

Leer a Graciliano Ramos no es fácil en absoluto. Este autor no deja respiro y se penetra entonces en un laberinto pesadillesco donde no hay oasis posible sino estados de dolor y desgarramiento, de tensiones y frustraciones, y de una lucha despiadada de sus personajes por subsistir en ese medio salvaje que es el nordeste brasileño, tierra donde el autor nació y de la que jamás se alejó. Por ello, hay una simbiosis entre esa tierra trágica, de desiertos y de hambre, de rebelión épica y sangrienta, y la obra del autor: "Había venido al mundo para domar fieras, curar heridas con oraciones, arreglar vallas en invierno y en verano. Era el destino. El padre había vivido así, el abuelo también. Y más atrás ya no había familia. Cortar cactus, untar con sebo los látigos, aquello estaba en su sangre".

El nordeste era (y en algunos aspectos sigue siéndolo) una región de economía obsoleta, basada en la caña de azúcar, en el decadente mundo feudal de los herederos de grandes propiedades de esclavos y en la sociedad marginal de los "retirantes", aquellos emigrantes internos que huían (y huyen) de sus áridas tierras para tentar mejor suerte en las ciudades. Mundos difíciles para subsistir.

Sin embargo, Graciliano Ramos jamás se quiso alejar de sus pagos. Y fue tan marginal en su puesto de empleado público de un misérrimo distrito del nordeste, como el nordeste mismo es marginal dentro del Brasil moderno.

El autor (pocos entendían cómo logró convertirse en el mejor escritor del regionalismo en un pueblo perdido en el subdesarrollo en la década del 30) fue un introvertido, un tímido hasta extremo del silencio total. Ramos manifestó esta reticencia hasta en la demora en publicar su primer libro. Tenía 41 años cuando apareció en 1933 Caetés . Era un hombre silencioso y su obra también es silenciosa, de esas que hay que leer y releer para que se revele enteramente. Pertenece a lo que dio en llamarse el segundo momento modernista, la generación del 30, una generación a la que Alfredo Bosi definió " más moderna que modernista ", ya que de la obra de estos autores salió una nueva visión del Brasil. Una visión que respondía a los postulados de los ensayos de Gilberto Freyre y Sergio Buarque de Hollanda ( Casa Grande e Senzala y Raíces ), en esa imperiosa necesidad que sintieron por definir y denunciar la realidad brasileña de ese momento. Recordemos, por ejemplo, que es la generación de Drummond de Andrade, con esa poética que refleja con tanta precisión la miseria cotidiana, la fracción del individuo contemporáneo en las grandes ciudades. Para los novelistas que nacieron en este momento, la tónica de sus obras fue el compromiso y a ellos se ajusta una frase de Camus: "La novela es en primer lugar un ejercicio de la inteligencia al servicio de una sensibilidad nostálgica o sublevada".

Novela regionalista

La década del ´30 no fue fácil para el Brasil. El paso del modernismo, y en un plano histórico general las conmociones que sufrió la vida global (la crisis del café, la revolución de octubre, la acelerada declinación del nordeste), condicionaron nuevos estilos narrativos que estuvieron marcados fundamentalmente por la veracidad, por la crudeza y por la necesidad imperiosa de captar directamente los hechos.

Surgió así el "realismo en bruto", como lo denominó Alfredo Bosi aludiendo a Jorge Amado, José Lins do Rego, Raquel de Queiroz y Graciliano Ramos. Y, dentro de él, eso que dio en llamarse la novela regionalista. El punto de partida fue el Primer Congreso Regionalista que se realizó en el nordeste, en Recife, en 1926. Este sirvió para colocar a esa zona en el mapa de la ficción brasileña y lo hizo con tanta vitalidad que se llegó a olvidar por algunas décadas que esa novela no era toda la narrativa brasileña. Uno de los clásicos de la sociología brasileña, escrito en 1902 por Euclides Da Cunha " Los sertones " ya se había dedicado a explorar las posibilidades épicas de esa región. Posteriormente Gilberto Freyre en su " Casa Grande e Senzala " profundizó esta investigación y agregó en 1933 a la visión poética de Da Cunha su propio aporte, amplio y minucioso, de un pasado feudal y decadente.

Veamos un poco los antecedentes literarios de la generación del 30 y la opinión que de éstos tenía el maestro "Graciliano", como lo había bautizado Lins do Rego. A Ramos no le gustaba demasiado la generación del 22 y siempre sostenía que al único que respetaba de ella era a Manuel Bandeira.

Sin embargo, no se puede subestimar el importantísimo papel cumplido por ella. Mario de Andrade, Oswald de Andrade y otros abrieron la puerta para formas más complejas de leer y de narrar lo cotidiano con su descenso al lenguaje oral, a los brasileñismos y regionalismos léxicos y sintácticos.

Con esta herencia los novelistas del ´30 optaron por una visión crítica de las relaciones sociales. Esta se presenta menos áspera en José Américo de Almeida y en Lins do Rego y encuentran la grandeza de un testimonio, de un enjuiciamiento en Graciliano Ramos. Recordemos también que estos novelistas no conforman una burbuja aislada de lo que está sucediendo en el mundo en esa década. Es el momento de las novelas de Dos Passos, de Hemingway, del gran Faulkner, de Lawrence, de Malraux, de Moravia. Son las novelas contemporáneas del fascismo, del racismo, del stalinismo.

La obra de Graciliano Ramos es despiadada porque representa el punto más álgido de tensión entre el yo del escritor y la sociedad que lo modeló. Su realismo no es orgánico ni espontáneo. Es crítico. El ve en sus personajes el rostro anguloso de la opresión y del dolor, el héroe es siempre un problema, no acepta al mundo ni a los otros, y menos aún a sí mismo. Entonces, padeciendo por esa marginación que lo separa de la placenta grupal, se refugia en una conducta sumamente rígida consigo y con los demás. Si tiene que matar, por ejemplo, lo hace y sin prejuicios. Esta máscara de dureza es la fórmula que encuentra el autor para delatar las tensiones sociales como motor de todo comportamiento.

Si bien a muchos autores del realismo , entre ellos a Jorge Amado, se los acusó de no cuidar el lenguaje, nadie le puede reprochar esto a Graciliano Ramos porque fue un obsesivo en el cuidado de la palabra, un artesano. Para definir su obra se puede recurrir a un término y es el de la economía verbal. En su narrativa predomina la elipsis, la frase extractada y predicativa, el uso parco del adjetivo y una sintaxis clásica que se opone a la liberalidad gramatical de los demás prosistas del nordeste.

Lenguaje indagador

Escribiendo bajo el signo del conflicto, Graciliano no compuso un ciclo, un todo cerrado sobre uno u otro polo de la existencia sino una serie de novelas cuya discontinuidad es el síntoma de un espíritu pronto a la indagación, a la fractura, al problema. Ello explica el lenguaje dispar de Caetés, San Bernardo, Angustias Vidas secas . Y explica también en otro plano, el tránsito de la narrativa al nítido sesgo autobiográfico de Infancias Memorias de la cárcel.

En Caetés, libro inaugural cercano a las soluciones realistas tradicionales, el núcleo generador no se concentra tanto en el yo narrador sino en las observaciones irónicas del medio provinciano. Aquí todavía se encuentra al escritor ocupado en la formalización de la propia memoria, fase superada en su segundo libro y en toda su evolución literaria, ya que no es un novelista de costumbres.

En San Bernardo el foco narrativo en primera persona mostrará toda su fuerza en la medida en que será capaz de configurar el nivel de conciencia de un hombre que, habiendo conquistado a duras penas un lugar bajo el sol, absorbió toda la agresividad de un sistema de competencia. Esta quedará como la novela psicológica y social de la literatura brasileña, con su economía extrema de medio expresivos. Aquí el héroe se hace escritor cuando se vuelve antihéroe, después de que se suicida la mujer que amaba y a quién destruyó con su violencia.

Angustia , como su nombre lo indica, es sofocante. Luis da Silva es un pequeño funcionario condenado a vegetar en la quietud de las pensiones de provincia y desea escribir. Su existencia se arrastra entre el repudio y el análisis impotente de la miseria moral que lo rodea y donde no encuentra salida. Se resuelve, entonces, por el crimen y la autodestrucción . Está en el límite entre la novela de tensión crítica y la intimista.

Muchos acusaron a Graciliano Ramos de amargo, pero su prosa no hizo mas que responder a la realidad de sus pagos. Recordemos también que todas las grandes voces del sertón nordestino, João Cabral, Manuel Bandeira, tiene un lenguaje despojado, árido. Y el nudo, la explicación, o el sentimiento de esto quizás se encuentre en unos versos de Jo ão Cabral: "Mientras que bajo ella, dura y endurece,/ el carozo de piedra, la almendra pétrea ,/de ese árbol pedregoso (el sertanejo)/ incapaz de no expresarse en piedra"

CORISCO
(Fragmentos)

La noticia de la muerte de este tipo pasó casi desapercibida: surgió en la primera página, en telegrama, se redujo después en las otras páginas, fue disminuyendo y en poco tiempo desapareció. Había hechos importantes en el periódico, la guerra de Europa: no nos interesaba un cangaceiro (2) nordestino, baleado y decapitado a consecuencia de numerosas escaramuzas. Lampião tuvo una necrológica razonable pero Lampião era un jefe ilustre, gozaba de gran prestigio y le cortaron la cabeza antes de la guerra. Corisco, figura secundaria, no logró reputación y falleció casi inédito. Fue un pequeño monstruo. Con todo, si las circunstancias lo hubieran ayudado, él hubiese sido hoy una figura normal y necesaria. Blanco, rubio, con padre remediado y abuelo rico, señor de varios ingenios, debía acabar, naturalmente, jugando chaquete (3) en una ciudad pequeña del Nordeste, en la puerta de una farmacia , aburrido con hijos blancos y rubios. No se acomodó a eso. En la escuela primaria armó revuelo, se enemistó con otros alumnos más ricos que él y, al no poder mandutearlos, se fue al grupo de la esquina de la calle y logró cierta autoridad. No aprendió nada. Enviado para un colegio de la capital, fue inaccesible, violento y bruto. Holgazaneando, sin esfuerzo, hubiese podido dar los exámenes, ingresar a la facultad y ser promotor. Pero Corisco no deseaba ser promotor en el Municipio donde su abuelo, el coronel Fernández, señor de ingenios, exhibía sus largas barbas prestigiosas. La usina devoró al ingenio. Y, entre sujetarse al gringo que mandaba en la usina u obedecer al negro devoto del Padre Cícero, Corisco prefirió a este. Dejó a la familia, los restos de grandeza imprestables, amarró la cartuchera a la cintura y anduvo muchos años, de Bahía a Ceará, practicando bestialidades. Corisco no poseía barbas ni virtud. Si hubiese permanecido con ellos habría acatado ciertas seriedades, tomaría en consideración los domingos, las fiestas de guardar, la honra de las doncellas. Fuera de la ciudad, metido en un matorral como un animal, sin calendario y sin mujer, despreció nociones rígidas y antiguas. Pasó años escondido en la cantina(4) , hambriento, sediento, con un rifle en el hombro, defendiéndose y atacando, perfectamente animal.

(1)  Relámpago
(2)  Bandido del sertón Nordestino
(3)  Juego de dados
(4)  Bosque.

Traducción: A. R.

AJENAS Y DISTANTES SON LAS COSAS SIN NOMBRE

Por Wagner Novaes

(director del Centro de Estudios Brasileños perteneciente a la Embajada del Brasil en Buenos Aires. Titular de la Cátedra de Literatura Brasileña Portuguesa de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires).

En los 39 capítulos de "Infancia ", uno de sus libros de memorias, los recuerdos de Graciliano Ramos son esencialmente "recuerdos verbales": su mundo infantil -hombres y cosas- existe en cuanto palabra. Así es que en varios capítulos, el memoralista se acuerda de un proverbio que, a pesar de no sonar bien, le dejó marcas: "Habla poco y bien y te tendrán por alguien" . Ahí también las personas de su infancia emergen como sujetos de palabra: en esos recuerdos, muchas veces amargos, son "buenas" las personas que usaban correctamente la lengua; las personas "malas" usaban mal la lengua.

Esa obsesión verbal de Graciliano Ramos también está en el más conocido "M emorias de la cárcel ".En sus casi 600 páginas se distribuyen con mucha frecuencia las observaciones del prisionero Graciliano Ramos sobre prosodia, concordancia, timbre de voz, colocación de pronombres, propiedad vestibular, etcétera, de sus compañeros de prisión.

Y más: en sus cuatro novelas, la palabra es central. En la primera:" Caetés ", Joao Valerio el personaje mayor, es un escritor; en " San Bernardo ", el estanciero Paulo Honorio quiere escribir un libro; en la tercera novela, " Angustia ", Luis da Silva es el periodista-escritor-asesino, para quién el lenguaje escrito es una bajeza inventada " para engañar a la humanidad , en negocios o con mentiras "; y finalmente en " Vidas secas ", el personaje es Fabiano, el analfabeto, incapaz de comunicarse con un "orden" cuyo código verbal instituye la marginalización de todos los fabianos.

Todas las cosas tiene nombre, el orden y el desorden de las cosas son fruto del modo de organización verbal del pensamiento. Claro que Graciliano Ramos no estaba descubriendo la pólvora ; quiso mantener encendida la pólvora de la lengua, esencia misma de la dignidad humana. Al final, como está también en " Memorias de la Cárcel ", " es extraño que un individuo perciba que no tiene medio de ser digno ". Una percepción que antecede a la alfabetización.

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Bibliografía

Caetés, novela, 1933

San Bernardo, novela 1934

Angustia, novela 1936

Vidas secas , novela, 1938

Insomnio, cuentos , 1947

Alexandre y otros héroes , cuentos, 1962

Infancia , memorias, 1945

Memorias de la cárcel , memorias, 1953

Líneas tuertas , crónicas, 1962

Vivientes de Alagaos , crónicas, 1962

Viaje , memorias de viajes, 1954