Charlas con Bioy
Comentario publicado en el Diario Clarín

AVENTURAS DE LA IMAGINACIÓN.
CONVERSACIONES CON ADOLFO BIOY CASARES,
DE NOEMÍ ULLA.

Corregidor, 1990 142 páginas.. 

 

Por Agustina Roca

 

Cuando Noemí Ulla leyó La invención de Morel en la década del ´60 quedó impresionada por dos características que se fusionaban en esa novela; inteligencia y emoción. Desde ese entonces se propuso mantener un diálogo con Adolfo Bioy Casares pero no se concretó hasta 1985. Los encuentros continuaron hasta el año 1988.

Este libro, prolijamente dividido en nueve capítulos, es el resultado de esos diálogos que se fueron desarrollando en forma fluida y en los que se puede encontrar no sólo al Bioy literario sino al Bioy humano, al hombre que le gustan los tangos cantados por Sofía Bozán o Azucena Maizani, a ese Bioy que es fanático del cine, y también a aquel joven de la década del ´30 que se deslumbraba con los "cabarets" y que cuenta, con humor y ternura, su pasión no correspondida por Haydé Bazán.

En algunas de estas páginas, Bioy cuenta anécdotas que quizás otros callarían y en otras se vuelve más huidizo, pero siempre está presente la condición de escritor, su humor para explicar este mundo confuso y, por sobre todo, su ironía consigo mismo, como por ejemplo en esta anécdota en la que relata sus comienzos literarios: Yo empecé a escribir para la gloria, dicho con sarcasmo, es decir para que a uno lo admiren... Creo que una de las primeras cosas que hay que hacer es escribir para los lectores. .

El pensamiento del escritor se va desglosando en una serie de conceptos que desliza frente al acto de la escritura en sí, a la estructura del cuento o la novela, y a la forma de acercarse al lenguaje. En uno de estos dice Para escribir bien no hay otro método que lo que se llama el sistema del acierto y del error. Prueba y error. Escribir es una larga paciencia.

En uno de los primeros capítulos, Bioy habla de sus preferencias literarias, de los autores que a él, según su expresión, lo fascinaron y cita al portugués Eça de Queiroz, a Proust y a Stevenson. De este último, de quién -al igual que Borges- es devoto, rescata el comienzo de sus relatos y cuenta una enseñanza que le trasmitió el autor y que lo debe haber marcado porque la repite varias veces: Stevenson me dijo hace muchos años que en toda novela tenía que haber unas cuantas escenas muy visuales, que quedaran en la mente del lector como si fueran cosas que él hubiese visto y que lo hubieran impresionado .

También se explaya sobre quienes siente cierta antipatía, traza -por ejemplo- un paralelo entre Chejov y Dostoviesky, y dice de éste último: Me gustan los autores que pueden ser intensos en algún momento, pero no los autores que hacen de la intensidad su único efecto .

Así como Bioy puede ser despiadado con los demás, también lo es consigo mismo. Constantemente se ha sometido a lo largo de su experiencia literaria -y se somete- a autocríticas: Me pareció que toda mi obra era falsa, que todo el tiempo había estado escribiendo sobre cosas que no sabía, como la literatura fantástica, aunque no es materia de saber tampoco ...

Bioy, poco amigo de los reportajes porque considera que no lo reflejan, ya que, según dice, la realidad no permite encontrar la palabra justa, con Noemí Ulla parece sentirse a gusto y se refiere a infinitos temas: sus reflexiones acerca del empleo del vos y del tú y las vacilaciones que le significaron a él y a otros autores argentinos antes de la década del ´60; la importancia de los sueños y su forma de extraer de allí el material de sus cuentos; su costumbre de escribir diarios; su obsesión por la corrección; sus amistad con Borges y Mastronardi y una maravillosa anécdota de Cortázar, con quien se respetaban y que, por esos misteriosos hilos de la creación, escribieron al mismo tiempo un cuento similar.

Noemí Ulla conduce el diálogo con soltura, y el título elegido, Aventuras de la imaginación , define, en parte, el universo del escritor. En una de estas páginas, Bioy Casares dice: Creo que lo que nos permite vivir con felicidad, a pesar de todos los riesgos que nos rodean en la vida, es la inteligencia, la imaginación.