
Pasión del Nordeste
Comentario publicado en el Diario Clarín
MUERTE Y VIDA DE SEVERINA Y AUTO DEL FRAILE
de JOAO CABRAL DE MELO NETO
Legasa, 34 páginas.
Por Agustina Roca
Esas inmensas tierras despobladas del nordeste tienen, entre otros, un fantasma que determina el destino de sus habitantes: la sequía. Acosados por la miseria, muchos campesinos deben emigrar de esas tierras rojas para intentar una vida más digna en Recife. Con un lenguaje seco y punzante, João Cabral refleja en Muerte y vida severina , ese auto medieval trasladado para el sertón, a esa lastimosa peregrinación que se ven obligados a realizar los campesinos del nordeste, los "retirantes", como les dicen allí y que João Cabral ha denominado en este poema Severinos: "Y si somos severinos, / iguales en esta vida, / morimos de muerte igual, / igual muerte severina."
Este poeta contenido, objetivo en su dicción y en su técnica, que abrió el campo para una investigación de formas en la poesía brasileña, se preocupó, a lo largo de toda su obra, por despojar a su poesía de todo trazo superfluo y cadencia sentimental, construyendo como dice el crítico Alfredo Bosi, "una poesía arduamente nominal que se vale de los perfiles de lo concreto para alcanzar la pureza de la abstracción".
Después, a partir de Perro sin plumas (1950), Cabral fue incorporando la esencia natural y humana de su provincia, captando ese universo primitivo del sertón nordestino, fuente primordial de su experiencia. Así describe en estos autos la intemperie de esas tierras áridas: " Hay ciertos parajes blancos, / vacíos de toda vida, / vacíos hasta de dueños, / y donde el pie se extravía".
Y así, Severino, ese hombre que deja el interior para llegar al litoral, se topa en cada parada de su viaje con la muerte, esa presencia anónima y colectiva hasta que, en medio de ese pavor y de ese desamparo inicial humano, aparece el nacimiento de un chico, símbolo de que, a pesar de las miserias, algo se resiste a la negación de la existencia: "Y no hay mejor respuesta / que la vida en su despliegue: / verla deshilar sin hilo / que también se llama vida".
En el Auto del fraile , el poema se centra en la historia del revolucionario pernambucano Fray Caneca (Joaquim Do Amor Divino Rabelo), en ese último día, antes de su fusilamiento en 1925. El poeta aclara al principio: "Es una figura muy importante para los nordestinos. Debía ser ahorcado pero no hubo quién quisiera ejecutarlo. Ni aun entre los presidiarios que, a cambio, hubieran obtenido la libertad". En él se destaca, como en toda la obra del poeta, la hipocresía humana, el poder, todo analizado desde ese humor cabralino que, partiendo del grotesco desemboca en la amargura, y así, todo adquiere un barniz serio y ridículo al mismo tiempo. En una escena, el pueblo comenta que le están arrebatando a Fray Caneca todo lo que antes le bendecían, entre ellos un anillo: "Parece que lo sagrado es polvo: muy fácilmente es raspado".
Poeta antilírico por excelencia, poeta intelectual o poeta constructor como él se denomina, Cabral jamás ha utilizado a la poesía como descarga emocional sino ha buscado construir algo que no tuviese nada que ver con él. Kovadloff, quién ha traducido con talento y respeto estos dos autos, explica en el prólogo la concepción poética cabralina: "...el propósito de convertir al poema en un objeto que no actúa como reflejo del sujeto y que renuncia a presentar el texto como prolongación de una eventual interioridad..."
Esta edición cuenta en su tapa con un diseño del inefable Portinari llamado Retirantes en homenaje a esos campesinos, a esos severinos del sertón: "Somos muchos Severinos / iguales hasta en destino: / el de ablandar estas piedras / sudándoles mucho encima".