Una forma especial de acercarse a la palabra
Comentario publicado en el Diario La Prensa

Oldsmobile 1962
De ANA BASUALDO

Alfaguara, Buenos Aires. 155 páginas 

Imaginativa, despiadada, mordaz, la autora parece encontrar su refugio en el lenguaje cuanto todo a su alrededor se derrumba.

 

Por Agustina Roca

 

La prosa de Ana Basualdo fluye con la misma intensidad que el agua de esos riachos del Tigre que ella evoca en los relatos que componen este libro. Al igual que la corriente de esos ríos, su escritura se presenta mansa en la superficie pero, al hundirse en ella, una percibe todos los remolinos que la habitan.

Allí se comprende, entonces, que a al autora le interesa la literatura siempre y cuando ésta cumpla con un fín: el de ejercitar transformaciones por medio del lenguaje. Por eso incluye un acápite que antecede al relato "Palma", de un poeta que le otorga ese mismo valor al lenguaje: el poeta es Paul Valéry, ni más ni menos.

Con los otros dos acápites, ambos de Haroldo Conti, su narrativa establece una relación especialísima. Una relación que se convierte en comunión, por la forma de acercarse a la palabra y por el espacio elegido para instaurarla.

Al igual que el escritor de Sudeste y de Mascaró , la argentina Ana Basualdo (1945), ubica -al espacio, claro- en ese paisaje agreste del Tigre. En cinco de estos seis relatos aparece este escenario de eucaliptos y de sauces que la autora conjura con la mirada de la infancia y de la adolescencia y se empecina en reflejar todos sus olores, sabores y detalles.

Así, va largando pistas para que percibamos que recrea la década del 50 y del 60: los cigarrilos Saratoga, el vendedor de Laponia y las cucharitas de cartón, la revista Atlántida, los temas de Paul Anka, Harry Belafonte, el rock que va apareciendo en los bailes de los sábados, las calles de tierra, y -por sobre todo- aquellos juegos en los que aun la tecnología no estaba tan avanzada y era necesario agudizar toda la imaginación para entretenerse al aire libre: " Joel, en cambio, exploraba las siestas del verano desde los bordes hasta el corazón".

Sólo en uno de estos cuentos, "Palma", aparece otra escenografía, aunque podría afirmarse que no desentona y forma una unidad con el libro. Ya que su protagonista es una mujer que vive en una ciudad europea, unas décadas después, aunque constantemente se vuelca a sus memorias de infancia, a aquel paisaje costeño que se convierte en su remitente preferido y al cual su autora lleva como un sello marcado a fuego en sus talones.

Parece inconcebible que esta sensible autora, radicada en Barcelona desde 1975, sólo haya editado -en el terreno de la ficción porque tiene dos ensayos- este libro de cuentos publicados por primera vez en 1985 y reeditado ahora por Alfaguara, con inclusión de un relato inédito. Silencio que sólo se entiende desde el rigor que probablemente se imponga frente a la escritura.

Imaginativa, despiadada, a veces mordaz, esta mujer parece encontrar su refugio en el lenguaje cuando todas las cosas a su alrededor se derrumban. Dice: "Tanto al salero como a aquella mujer horrible gorda sentada ahí, les falta algo: una costura que los cierre por detrás, un ombligo en el que todo confluya. Es como la famosa otra cara de la luna. A todo le falta esa otra cara ". Esa otra cara que posiblemente la autora intente esculpir con la fuerza narrativa de su oficio.