La poesía de Brasil, una escola do samba en movimiento.

Polifonía creadora

Para el ensayista y poeta brasilero Affonso Romano de Sant´Anna, el suyo, es un país posmoderno donde todos los estilos y todas las tendencias literarias conviven armónicamente en un espacio creativo que genera esa pluralidad de voces.

 

Entrevista de Agustina Roca

 

Intentar definir en pocas palabras a Affonso Romano de Sant´ Anna puede resultar una tarea engañosa. Este hombre, trotador incansable, nacido en Juiz de Fora en 1937, ha transitado por todos los caminos literarios en un intento por encontrarle un rostro a la tierra que le tocó habitar. No en vano la crítica de su país lo califica como " el más brasilero de todos los poetas de los últimos años".

Docente durante un cuarto de siglo (Río de Janeiro, Alemania, Francia y los Estados Unidos), abandonó actualmente este oficio para dirigir la Biblioteca Nacional. Publicó nueve libros de ensayo y seis de poesía, entre estos, La catedral de Colonia y la Poesía Posible . Quizás el origen de su búsqueda se encuentre en estos versos: Como otros/ busco el texto que me salve/ y me exaspere/ y me lleve a la cal/ no de una vana sepultura/ sino a la cal/ de mi transmutación .

-¿Considera que el poeta Joâo Cabral abre el camino a todas las vanguardias poéticas posteriores?

-No, esa es una interpretación de la poesía de Joâo Cabral. Joâo Cabral es un fenómeno aislado que construyó una obra muy singular.

-Cuándo usted dice que es aislado, ¿se refiere a que él tenía que pertenecer cronológicamente a la generación del 45 pero que la supera ampliamente?

-Sí, al autor consiguió un estilo tan personal que no admite continuadores. El es su propia generación, él es su principio y su fin. Algunos grupos de vanguardia lo consideraron como un lugar de pasaje necesario desde un punto de vista teórico aunque equivocadamente.

-¿Se refiere a los poetas del concretismo?

-Sí, aunque los concretistas postulaban que el verso -y por ende la poesía- había terminado. Cabral hace un verso con métrica y con rima, una poesía con metáfora, entonces la reivindicación de este grupo se convierte en una justificación teórica y no en un hecho estético.

-¿Qué sucede en la actualidad con el grupo paulista de los poetas concretos?

-Se acabaron. Son un hecho terminado dentro de la historia de la poesía brasileña. La poesía tomó nuevos rumbos en la década del 70.

Poesía actual

-¿Podríamos hablar a grandes pinceladas del momento poético que se vive ahora en Brasil?

-Yo lo definiría como democrático, no hay grupos dominantes, todos los estilos conviven armónicamente. Soy presidente de la Fundación de la Biblioteca Nacional y editamos una revista, Poesia Sempre , que cumple con esa función: la de crear un espacio para demostrar la pluralidad de voces. Independientemente de generaciones y de grupos estilísticos. Pienso que la poética de un país se enriquece históricamente cuando existen varias vertientes. Yo diría que en términos musicales tendríamos una polifonía de voces.

-¿Se podría enunciar alguna característica dentro de esta pluralidad de voces?

-Yo diría que en la década del 70 ocurrió un fenómeno poético: el surgimiento de los grandes poemas. Ferreira Gullar editó ese tan largo y tan libre, Poema Sucio . Yo también publiqué dos poemas de esta índole, uno de ellos llamado La catedral de Colonia , que tiene 70 páginas y surge de la época en que vivía en ese lugar de Alemania. La resistencia de aquella catedral me pareció una síntesis de la propia historia occidental y me impactó mucho desde mi visión latinoamericana y nuestra falta de raíces. Podría enumerar varios poetas que empezaron a trabajar grandes textos, eso es importante porque desmiente la llamada crisis de la poesía o la muerte de la poesía. El poeta retomando el poema épico, el gran poema, podría mencionar a Moacyr Felix, a Carlos Nejar, a Iván Junqueira...

-¿ Cuál sería la causa de estos poemas largos?

-Yo tengo una explicación personal. Creo que ocurrieron dos hechos que causaron una gran opresión y, como consecuencia, esa explosión poética. La primera fue la dictadura militar, la censura, el silencio. La segunda, la dictadura de la vanguardia, porque cuando los concretistas decretaron la muerte del verso y de la poesía, impusieron una mordaza, un silencio en el discurso. El retorno a ese poema largo es una explosión política y una explosión verbal estética.

-¿Existiría alguna otra característica de la poesía actual que desease comentar?

-Yo voy a relatar una experiencia mía, muy personal, porque tal vez le interese al público argentino. El primer libro de ensayos que publiqué se llamaba El desempleo del poeta y me quejaba de la falta de lugar del poeta en el mundo actual. Comparaba esta situación con la del poeta hasta el fin del romanticismo en que era prácticamente la vedette de la sociedad, así sucedió con Victor Hugo o en nuestro país con Castro Alves. En la década del 80 escribí un poema de diecisiete páginas llamado ¿Qué país es este? . Fui a ver al editor del Jornal do Brasil para ver si me lo podían sacar en la página de política y, después de algunas idas y vueltas, me lo publicó. ¿Se imagina un millón de personas leyendo un poema?. A partir de allí escribí una serie de poemas especialmente para el diario y también para la televisión. Eso creó una relación con el público totalmente nueva, porque el poeta ya no estaba desocupado.

Delirio brasileño

-Usted sacó un tema que pensábamos preguntarle. Viví muchos años en Brasil y hay un fenómeno curioso que siempre nos ha llamado la atención. La poesía establece con el público una relación diferente a otros países. Los poetas alcanzan una suerte de notoriedad que en la Argentina parece utópica: Drummond por ejemplo, además de gozar del prestigio y de la gloria que tienen los grandes poetas, tenía fama. A la presentación de libros de poetas medianamente reconocidos va la televisión, por ejemplo. La gran actriz Fernanda Montenegro llevó al teatro los poemas de la minera Adélia Prado y se agotaban las localidades. Para no hablar de la cantidad de poetas que han sido musicalizados, entre ellos, Bandeira, Meireles, Drummond, y muchos del romanticismo. ¿Cómo se explica esto?

-Le cuento otra experiencia para su anecdotario. En 1987, la escola do samba "Mangueira" eligió a Carlos Drummond como tema del desfile del Carnaval de ese año. Yo tuve el honor de que me invitasen para la comisión de adelante como representante de la poesía erudita porque mi tesis de doctorado se basa en la obra de Drummond. Junto a mi venía Chico Buarque y otros compositores populares. Esta es una situación sumamente brasileña, un homenaje hecho por una escola do samba a un gran poeta. Creo que para Drummond este hecho fue más importante que ganar el premio Nobel, imagínese, una comunión directa entre su obra y el pueblo. A Jorge Amado también le hicieron un homenaje...

-Aunque es más comprensible que eso le pase a Jorge Amado por su obra y por la difusión que a través de ella hace de toda la cultura afrobrasileña. Pero lo que sucede con los poetas nos impresiona mucho.

-Es que Brasil es un país muy extraño. Ahora, por ejemplo, me fue a ver a la Biblioteca Nacional un investigador de una escuela de samba que quiere hacer una comedia de enredos sobre la biblioteca. Yo creo que esto se explica sociológicamente por la falta de un lugar fijo para las cosas. En Europa, por ejemplo, cada cosa tiene su lugar determinado, en Brasil existe un movimiento constante.

-¿Se deberá eso a la fusión de razas? Nos referimos a la africana, a la indígena y a la portuguesa.

-Tal vez, aunque yo diría que el Brasil fue desde el principio un país posmoderno donde todos los estilos y todas las tendencias conviven, la informalidad es muy grande. El gran esfuerzo político, administrativo, es dar un cierto orden porque parece que lo normal es esa constante apoteosis de una escola do samba en movimiento.

-¿Podría darnos un pequeño flash de lo que está ocurriendo con la prosa en Brasil?

-Creo que apareció una generación nueva de novelistas a partir de los años ´60, sobre todo en los ´70. Una generación que no es más la generación experimental de los años 20, ni tampoco la generación regionalista, ni la de Guimarâes Rosa y Clarice Lispector en los 50. Es una generación que utiliza una mezcla de estilos de los más variada. Entre ellos están Nélida Piñon, Roberto Drummond, Sérgio Santana, Joâo Ubaldo Ribeiro, Ignácio de Loyola, Iván Angelo, Luis Vilela. Son textos bastante experimentales sin caer en el hermetismo y todos ellos están volcados hacia la interpretación de Brasil. En este punto, la ficción y la poesía, esa que hablamos de los poemas largos, se hermanaron.

-¿Y Rubem Fonseca?

-Es un fenómeno curioso. El se convirtió en un denunciador de esa sociedad violenta que ya no es sólo brasileña sino americana y europea. Una violencia que en un principio nos parecía un poco gratuita, un tanto hiperrealista para el lector común y que, no obstante, fue profética. Ya que la sociedad entró en una descomposición creciente. El tiene una influencia notoria de la ficción norteamericana, un aspecto medio cinematográfico, lleno de cortes, y ya muchos de sus textos fueron llevados al cine.

-La última pregunta. ¿Qué autores argentinos cree que han influido sobre la literatura brasileña?

Yo diría que Borges y Cortázar a pesar de que en Brasil la literatura fantástica existe en pequeña escala porque el país entero es fantástico. El realismo allá se puede decir que es fantástico aunque reconozco que el peso de Borges y Cortázar se está haciendo sentir, sobre todo en las nuevas generaciones. La obra de estos autores se está convirtiendo en un espacio de lectura obligado de los autores brasileños.