Opinan los especialistas Bella Jozef y Wagner Novaes

Poesía y narrativa brasileña de hoy

Bella Jozef, profesora de literatura hispanoamericana, crítica y ensayista, y Wagner Novaes, profesor de literatura brasileña y actual director del Centro de Estudios que depende de la Embajada del Brasil, hacen un repaso de la producción novelística y poética de su país en una charla cuyos tramos principales trascribimos en esta edición.

 

Entrevista de Agustina Roca

 

-Antonio Cándido, profesor y crítico de la Universidad de San Pablo, mencionó en un curso que dio en la Universidad Federal de Río de Janeiro que el prosista Guimarães Rosa y el poeta João Cabral de Melo Neto eran los mejores escritores brasileños de los últimos tiempos. En un segundo lugar citó a Clarice Lispector. ¿Ustedes concuerdan o disienten con esta afirmación?

Bella Josez: Pienso que no se puede mezclar prosa y poesía. Dentro del terreno de la prosa, pondría en un mismo lugar a Lispector y a Guimarães Rosa. Cada uno de ellos delimitó un universo: el suprarregionalismo en Guimarães, el intimismo en Clarice. A partir de estos autores se abrieron caminos que aún continúan vigentes en la narrativa brasileña. También reconozco que João Cabral de Melo Neto ha hecho un aporte importantísimo a la poesía brasileña, pero no se puede, por ejemplo, dejar de mencionar a un Drummond o la importancia de poetas que participaron en la Semana del Arte Moderno (1922) y tantos otros. Encontrar el primer hilo de la madeja es difícil.

Wagner Novaes: Las calificaciones son muy riesgosas. Cada estudioso podría esbozar su propia lista. Si pienso en nombres, me salta un Mario de Andrade, por ejemplo, o un Euclides Da Cunha; posiblemente ambos deben haber influenciado a Guimarães Rosa. Clarice misma no ha sido una explosión aislada dentro de la literatura brasileña; ella es un eslabón más, pertenece a un momento determinado del Brasil que permitió su surgimiento. Tenemos también a un Graciliano Ramos. Su estilo, su compromiso, su intimismo, marcaron a toda una generación de escritores brasileños. Entonces, ese intimismo que deriva en angustia, ¿hasta qué punto no pasa posteriormente para Lispector y se convierte en una de las obsesiones de esta escritora?

B.J.: No sé si actualmente la influencia de Graciliano no es mayor que la de Guimarães Rosa. Hay un grupo en Brasil que niega la experimentación lingüística de Guimarães, sin embargo, hay otros aspectos de este autor que continúan marcando a las nuevas generaciones: el uso del mito, el abrasileramiento de los mitos eternos, el hombre en busca de su destino, como sucede en su obra Gran Sertón: veredas . La cultura de Guimarães es filosófica, universal: el sertón no es el sertón, es el universo, el cosmos, el hombre frente a los enigmas.

W.N.: Creo que Guimarães Rosa, era, ante todo, un místico.

La narrativa actual

-¿Podríamos precisar las diversas tendencias de la narrativa brasileña actual?

W.N.: Para mí una de las experiencias más interesantes que se están desarrollando es la de Rubem Fonseca. Este narrador incorpora en su temática la vida urbana, su marginación, el aislamiento del ser en los grandes centros. Este es un elemento bastante novedoso en la literatura brasileña porque su espacio ha sido -en general- el interior, la vida rural.

B.J.: Creo que la narrativa actual esta pasando por un período muy rico, lleno de cambios, de posibilidades que se han abierto por la influencia de otras literaturas, como la europea, la norteamericana que han servido para gestar la propia. Pienso lo mismo que mi compañero: Fonseca es quién más se destaca. Plantea, dentro de una literatura con algunos atisbos de novela policial, la violencia que rodea al hombre contemporáneo. Ubicar el espacio en la ciudad sería una de las características de la narrativa actual. Otra tendencia es lo mágico representado por el minero Murilo Rubião; en Dalton Trevisan, lo cotidiano de una pequeña ciudad de provincia con sus tipos populares; en Antonio Torres, el encuentro entre lo rural y lo urbano, su memoria de infancia con su presente de hombre adulto en la ciudad.

W.N.: En lo mágico está José J. Veiga, su fuerza temática está en el significado de la realidad. Lo definiría como un apologista de lo mágico donde tamiza lo cotidiano. Uno de sus mejores libros fue La hora de los rumiantes.

B.J.: Quiero mencionar algo que me parece importante: lentamente se va produciendo una descentralización del eje Río-San Pablo. Dalton Trevisa, por ejemplo, vive en Paraná; Murilo Rubião, en Minas; Sonia Coutinho, en Bahía. En un concurso literario que se acaba de realizar, la mayoría de los ganadores son del interior, muchos de ellos de Minas Gerais.

-¿Significaría esto que actualmente, en el Brasil, los escritores del interior no deben abandonar su tierra y radicarse en los grandes centros urbanos?

B.J.: Bueno... aún esto no es enteramente posible. Yo diría que un autor puede permanecer en su tierra para crear, pero debe caer en los grandes centros para editar. A los de Río y San Pablo se ha sumado un centro editorial que está generando un inmenso movimiento: Porto Alegre. Allí vive el escritor Moacyr Scliar, de quién acaban de traducir al español El ejército de un hombre solo. Pienso que esta descentralización que poco a poco se va logrando es una señal de movimiento, de vitalidad.

-Hablemos de la narrativa femenina.

B.J.: Se está escribiendo una narrativa muy importante. Es el testimonio de la mujer brasileña frente a esa nueva realidad que le está tocando vivir. Una realidad donde ella ocupa un espacio que ha ido conquistando lentamente. No me voy a referir a las precursoras sino a las que están actuando ahora: Lygia Fagundes Telles, su mundo es la clase media urbana y desde la aparición de su novela, Las meninas , ha comenzado a reflejar el panorama social brasileño. Nélida Piñon, que acaba de editar, La canción de Caetana y escribió ese importante documento La república de los sueños , en donde une lo político y lo histórico. Nélida rescata el pasado de los inmigrantes que llegaron al Brasil y su incorporación a la nueva tierra. Sonia Coutinho, eximia cuentista, en su obra se mezclan las memorias de su infancia en Bahía y los aspectos de la gran ciudad. En su último libro, el personaje principal es Copacabana y su miseria cotidiana. Ahora sintió la necesidad de volver a sus raíces, Bahía, veremos que sale de eso...

El panorama en la poesía

-¿Después de la muerte de Drummond se podría decir que João Cabral es el mayor poeta vivo?

Ambos: Vivo, sí...

W.N.: En él hay una búsqueda de rigor formal. En su obra se confabulan aspectos tradicionales con picos de vanguardia y un sabor por lo popular, sobre todo a partir de su obra Muerte y vida de Severina . Esta obra se estrenó en teatro en 1966 y tuvo una fuerte repercusión porque ganó un festival en Francia.

João Cabral vivió muchos años en España y tiene unos poemas bellísimos sobre Sevilla...

B.J.: Sí, Sevilla es la ciudad de sus sueños, donde él desearía vivir. Hice un trabajo comparando la poesía de Cabral con la de Vallejo, pero no con todo Vallejo, sino con el de Trilce , donde usa un lenguaje directo, logrado, metálico, punzante. Cabral siempre dice que desea lograr una poesía con esas características.

-Cabral nace poéticamente con la generación del ´45 pero después supera las características de esta, sobre todo esa obsesión por lo formal.

W.N.: Sí, en Cabral existe algo descarnado que me recuerda a Graciliano Ramos en Vidas secas. Muerte y vida de Severina es ese Gracilianao seco, directo, formal.

B.J.: Cabral tampoco deja de lado el aspecto regional, las figuras históricas: tiene un poema, Acto del fraile , que es una dramatización del revolucionario pernambucano Fricaneca. Menos mal que continúa escribiendo porque en un momento dijo que dejaría de hacerlo.

-¿Podriamos hablar de poesía femenina?

B.J.: Marly de Oliveira sacó un libro, El banquete, donde llega a la expresión plena de su palabra. Tiene una poesía rica, contenida. Olga Savary, en el aspecto erótico de su poesía. Renata Pallotini con una poesía preocupada por la justicia social...

W.N.: Adelia Prado, una profesora de filosofía del interior de Minas que publicó su primer libro a fines de los setenta. Tiene un tipo de poesía cotidiana donde se entremezcla lo sagrado. Ana Crsitina César, una joven del década del 70, profesora de letras que murió trágicamente. Dejó una obra importante, es poesía de ruptura.

-Hay un fenómeno muy curiosos que se da en el Brasil. La poesía se vende y se difunde más, los poetas alcanzan una suerte de notoriedad que en la Argentina parece utópica: Drummond, por ejemplo, además de gozar del prestigio y la gloria que tienen los grandes poetas, tenía fama. Los poetas de las nuevas generaciones editan alrededor de 500 ejemplares y sucede algo inaudito para los argentinos: las ediciones se agotan, pero no porque se regalen, como sucede en la Argentina, sino porque se venden. A la presentación de la poeta paulista Neide Archanjo que tiene una poesía hermética, más propicia para una elite que para el gran público, fue la televisión, por ejemplo. Desde hace un año está en cartel el recital que da la actriz Fernanda Montenegro con los poemas de la minera Adelia Prado y se agotan las localidades. ¿De qué forma se explica esto?

B.J.: Sí, es verdad... Es interesante esa observación que usted hace. Se ha musicado la obra de muchos poetas, entre ellos Manuel Bandeira.

W.N.: Pienso que el pueblo brasileño tiene predisposición a la poesía. La literatura de cordel sería un ejemplo de esto. Usted sabe que ésta es una vieja costumbre del interior del Brasil, se editan en mimeógrafo los clásicos brasileños y se leen en los mercados. El pueblo se ha acostumbrado así a escuchar su lectura. Existe además una fuerte ligazón entre los poetas y la música popular. Eso permitió, por ejemplo, el tránsito de un poeta lírico del calibre de Vinicius de Moraes a la música popular. Y después la llegada de un Caetano, de un Chico Buarque.

-Esta ligazón entre música y poesía se remonta a siglos atrás. En el siglo XVIII, el poeta Caldas Barbosa musicaba su poesía y la cantaba por todo el Brasil. La mayor parte de la poesía romántica fue musicada, la de Castro Alves, la de Gon çalves Dias, la de Fragundes Varela.

W.N.: De los modernos, Drummond también fue musicado. Muchos identifican a Drummond por esa música de Milton Nacimiento sobre una letra de Drummond: "En el medio de mi camino..."

B.J.: Estaba pensando en el cantante de Fagner que musicó ese poema de Cecilia Meireles: " Canto porque el instante existe, no soy alegre ni soy triste, soy poeta..." La familia de ella inició un juicio al cantante porque no había pedido permiso para grabarla.

El auge del testimonio y la crónica.

-¿De qué forma repercute el momento histórico que están viviendo en la literatura brasileña?

B.J.: Están surgiendo géneros paralelos, el testimonio periodístico sería uno de ellos. Se está formando una literatura de testimonio que no sé dónde llegará. Fernando Moraes escribió un libro, Olga , sobre la mujer de Luis Carlos Prestes, líder del PC. La enviaron a Alemania y fue asesinada en un campo de concentración nazi. Samuel Wainer acaba de publicar una autobiografía; él fue el fundador de Última Hora , un diario popular que duró años en el Brasil durante la década del 40/50 y fue cerrado por la dictadura.

-¿Estaría supliendo el testimonio al ensayo?

B.J.: Creo que sí. Quizás porque permite la reflexión de un pasado no demasiado lejano que conduce a interpretar el presente. También tenemos los escritores que se dedican a la crónica periodística. Manuel Bandeira y Rachel Queiroz lo hicieron durante años. He escuchado que han invitado nuevamente a Rubem Braga para escribir en un periódico. Son géneros que están en un gran desarrollo.

W.N.: Creo que la crónica es un género muy brasileño. Rubem Braga, Fernando Sabino, Paulo Mendes Campos y Elio Pelegrino crearon una escuela de crónicas. Clarice Lispector las escribió durante años.

B.J.: En un encuentro sobre el dinamismo de la literatura latinoamericana, en Brasilia, me acompañó permanentemente una crónica de Clarice sobre Brasilia. Yo veía Brasilia a través de sus ojos, todo era muy pleno: ella estaba viva en el texto, el espacio literario sobrepujando el espacio físico que me rodeaba. Todo estaba muy vivo.

-¿Podríamos dar un panorama del mundo editorial brasileño?

B.J.: En los últimos dos años el porcentaje de libros disminuyó en un 50 por ciento. Antes había un auge editorial inmenso, pero la crisis del papel arrasó con este progreso. Para ensayos se tiran aproximadamente, 5.000 ejemplares, aunque Atica, de San pablo, puede editar 10.000. Los tirajes para novela oscilan en los 5.000 ejemplares y para novela hispanoamericana, 10.000. El último libro de Fonseca ¡Buffo Spallanzani!, alcanzó las 18 ediciones con un tiraje de 5.000 ejemplares cada una.

W.N.: A primera vista, parecerían que se editan mayor cantidad de ejemplares que en la Argentina, pero la población brasileña es cuatro veces mayor. Con esto no quiero decir que la población brasileña sea analfabeta, pero un 50% tiene menos de 18 años y consume libros didácticos. Dentro de este rubro, la producción es inmensa.

B.J.: Las editoriales han encontrado en los últimos años un nuevo camino: la literatura juvenil. Brasil siempre tuvo una producción importante de literatura infantil, pero no sucedió lo mismo con los jóvenes. Ahora han descubierto esta brecha y las ediciones se agotan. Ricardo Ramos y Julieta Godoy se dedican a ella.